Por Arturo Soto Muguia
Corrían los días entre 1990 y 91 cuando por azares del destino a este tundeteclas le cayó por primera vez una libreta y una pluma en la mano para comenzar a andar la senda de este fascinante oficio (*risas grabadas*) del periodismo.
No abundaré en detalles pero la primera fuente a la que me asignaron en la corresponsalía del Diario del Yaqui fue la agropecuaria y era bien interesante porque nos la pasábamos contando toneladas por hectárea de la producción local, contando vacas y becerros y familiarizándonos con volúmenes de exportación, heladas, sequías, plagas de los cultivos y almacenamiento de las presas.
Luego me asignaron a la fuente legislativa, que por aquellos años era cubierta por puras chuchas cuereras que se las sabían de todas, todas y se llevaban de piquete de ombligo con los diputados y las muy escasas diputadas que entonces integraban las legislaturas.
En aquel entonces los diputados tenían mala fama, incluso era frecuente señalarlos como bandidos, no como ahora que se ha avanzado mucho en los temas de transparencia, rendición de cuentas y vocación por la austeridad republicana y la pobreza franciscana (*aplausos grabados*).
Sin experiencia en la fuente legislativa, una vez aproveché una tertulia con colegas más viejos para abrevar de sus conocimientos y lo primero que pregunté fue si era cierto que los diputados eran muy bandidos. Me lanzaron una mirada en la que no pude identificar si había más sorna que compasión de esa que suele prodigársele a los villamelones y uno de ellos soltó, con cierto aire doctoral: “Mira, aquí todos roban, pero hay uno que es el más honrado de todos”.
-¿En serio? ¿Quién?, pregunté intrigado.
Roberto Díaz Gallardo, me dijeron.
-No lo conozco aún, dije.
Cuando lo conozcas vas a saber por qué, sentenciaron entre risas.
No pasó mucho tiempo sin que conociera al en ese entonces no tan veterano líder agrario que muchos años atrás, viajando sobre la angosta carretera a Tubutama, y conduciendo como solía conducirse en aquellos años cuando los carros no traían refrigeración, iba con la ventanilla abierta y el brazo por fuera, rompiendo el aire del desierto. Un carro que venía en sentido contrario lo golpeó fuertemente arrancándole una parte de esa extremidad superior izquierda.
Estos hijos de la chingada deducían no sin una dosis de humor negro, que por haber perdido una mano en ese accidente, el dirigente cenecista robaba solo la mitad de lo que el resto de sus compañeros.
Eran, como decíamos antes, otros tiempos. Si hubieran sido los actuales, por lo menos una demanda por discriminación contra una persona con discapacidad se hubieran ganado los cabrones, pero la generación de cristal todavía no estaba ni en el presupuesto.
Es más, recuerdo la ocasión en que años después, haciendo un análisis comparativo de las legislaturas más recientes, el colega y amigo Fernando Gutiérrez me decía que la más extraña había sido esa, la LII (1988-1991) y al preguntarle por qué me dijo:
“Porque es la única con diputados que tenían una mano, dos manos y tres manos”.
Como yo ya sabía lo de Díaz Gallardo, no me volverían a agarrar en curva, pero ¿Un diputado con tres manos? Eso sí sonaba extraño.
Sí, me dijo: Agapito Parra Mares. Ese tiene tres manos, pero de chapopote el pinche negro…
Ciertamente ese otro líder campesino del sur del estado era de un color serio subido y aquí hubiera cabido otra demanda por discriminación o un linchamiento por clasismo y racismo, pero como todavía no nacía la generación de cristal ni había Twitter, todos reímos a carcajadas.
El punto es que me acordé del buen Roberto, otrora poderoso dirigente campesino en la región del desierto de Altar, ahora que los diputados acaban de dictaminar la iniciativa para hacer concurrente la elección de gobernador de Sonora con la del presidente de la República.
Esto implica que el próximo gobernador (o gobernadora) será electo en 2027 (por única ocasión) para un periodo de tres años, para ‘empatar’ en 2030 la elección presidencial con la de su sucesor(a), que después gobernaría los seis años completos.
El dictamen de esta iniciativa presentada por el gobernador Alfonso Durazo asociado con el secretario de Gobierno Álvaro Bracamonte fue aprobado por mayoría en la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales y deberá ser aprobado por el pleno próximamente.
Quiero ser enfático en el hecho de que hoy vivimos otros tiempos y los gobernadores ya no utilizan el cargo para robar, así que quien suceda a Alfonso Durazo en 2027 tendrá solo tres años para probar que llegó al Palacio a trabajar dobleteando turnos para lograr en la mitad de un sexenio la consecución de las metas que se haya planteado en campaña.
El espíritu de esta iniciativa es que siempre una elección presidencial detona la participación ciudadana, concita más interés que una elección local y de esa manera, el gobernador (o gobernadora) llegaría legitimada con una mayor cantidad de votos. Eso sin contar los ahorros que implicaría una elección -de gobernador (a) y de presidente (a)- concurrente en una sola fecha.
La iniciativa exige reformar la Constitución, para lo cual se requiere la mayoría calificada (dos terceras partes de los votos en el pleno), lo que no debería significar obstáculo alguno dada la composición actual de la legislatura, evidentemente mayoritaria a favor del partido del gobernador.
Eso no implica que no haya oposición, pues al menos en la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales que fue donde se dictaminó, la diputada Rosa Elena Trujillo y el diputado Ernesto de Lucas, ambos de MC votaron en contra, y adelantaron ese mismo sentido del voto de su bancada en el pleno.
También diputados panistas han manifestado su desacuerdo, no en el fondo, sino en los tiempos de dicha iniciativa, pues consideran que las prioridades legislativas en estos momentos son otras, relacionadas con seguridad pública, desarrollo económico, salud y educación, por lo menos. Tanto MC como PAN aseguran que los presuntos ahorros no son tales, pues de cualquier forma se tienen que llevar a cabo elecciones cada tres años: las de alcaldes, diputados locales y federales.
Como sea, los votos del PAN y MC son apenas siete y están muy lejos de poner en riesgo la mayoría calificada. A menos que a sus votos se unan los de la bancada del PRI… ah, no, la bancada del PRI ya no existe.
II
Buena jugada de dos bandas la que lleva a cabo el gobernador Alfonso Durazo con la concesión de los libramientos en varias ciudades del estado. Las obras detonan la economía de las empresas, generan empleo y contribuyen a detener el deterioro de las vialidades en esas localidades. Y los recursos que el gobierno del estado obtiene por esas concesiones se orientarán al mantenimiento de las vialidades no concesionadas.
El gobernador anunció que están por concretarse los libramientos de San Luis Río Colorado, Sonoyta, Caborca, Santa Ana, Nogales, Cananea y Navojoa bajo el esquema de concesiones, lo mismo que los tramos carreteros Sonoyta-Puerto Peñasco y Altar-Sásabe.
Todo el tráfico pesado que hoy pasa por esas localidades con el consabido desgaste de sus calles y avenidas, será desviado por esos libramientos, traduciéndose en un respiro a los alcaldes que tienen en el tema de la pavimentación y la infraestructura urbana uno de sus principales problemas.
Y si el recurso obtenido por las concesiones se aplica en caminos y carreteras no concesionadas, que actualmente no están contempladas en ninguna partida del presupuesto para darles mantenimiento, se matan dos pájaros de un tiro.
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