Por Maroly Solís Zataraín
La experiencia propia o cercanía es la mejor forma de entender la discapacidad, representa la mejor ruta de entender este concepto de forma real y cotidiano; porque nacemos ajenos a ella y nos resulta difícil en cierta forma, aceptarla y respetarla.
Para la mayoría de la sociedad este concepto nos resulta algo lejano, nos da una perspectiva negativa, de necesidad o asistencia, pero es hasta que nos exponemos a casos cercanos y nos involucramos, es que terminamos por entender su significado.
A lo largo de los años, la concepción de este concepto en la humanidad ha ido cambiando, con enfoques diversos, pasando desde perspectivas médicas, paternalistas y de ayuda, hasta la actualidad, que se contempla a las personas con discapacidad (PcD) como sujetos con habilidades, capacidades y derechos con equidad.
Existen diversas descripciones del concepto, pero la Organización Mundial de la Salud, lo describe así:
“Discapacidad es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones vitales.
Por consiguiente, la discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que vive”.*
Y aunque nos encontremos viviendo en la era de la información, de la pugna por lograr los derechos justos y equitativos entre los seres humanos, la discapacidad – adquirida o de nacimiento- sigue representando un reto constante para contrarrestar la estigmatización de las personas que viven con ella.
La discapacidad tiene diversos tipos y está clasificada en motriz, visual, auditiva, intelectual y visceral, que impactan en el ser humano de forma distinta, provocando necesidades diversas para el desarrollo de las PcD.
Para generalizar, podemos mencionar que los principales obstáculos de la discapacidad, están representados por políticas y normas públicas insuficientes, las creencias y prejuicios que impiden el desarrollo educativo, social y laboral, así como la insuficiencia de servicios para la rehabilitación, salud o asistencia.
Por otro lado, encontramos la falta de accesibilidad, la adecuación e infraestructura necesaria que una PcD puede requerir en ciertos casos, cuya inclusión se ve comprometida o en ciertos casos impedida.
Hoy por hoy, se vislumbran nuevas oportunidades, se promueve una visión y acciones dentro de un mundo compartido, que permitan vivir con equidad y desarrollarnos con dignidad y respeto.
Sin embargo, queda mucho por hacer y promover en torno a la discapacidad. Su entendimiento no es una acción obligatoria, pero sí requiere del respeto que se merece y de que seamos capaces de asumir su presencia en la sociedad.
* Descripción de la discapacidad: https://www.who.int/topics/disabilities/es/